jueves, 20 de agosto de 2015

¿POR QUÉ MEJORAMOS CUANDO ENTRENAMOS? PARTE I

Esta es una pregunta básica, quizá una pregunta obvia pero que la mayoría de los deportistas no son capaces de responder si no tienen formación previa en ciencias relacionadas a la actividad física y deportiva.

Por favor, date unos minutos para reflexionar en esta sencilla consulta...

¿Por qué mejoramos nuestro rendimiento cuando entrenamos?


Pues bien, creo que luego unos pocos minutos ya tendrán ciertas luces, muy ciertas en su mayoría, que puedan responder satisfactoriamente esta jodida pregunta.

De esta manera por ejemplo, la temperatura corporal es una manifestación de la homeostasis, ya que se acepta que 37° C es la temperatura normal, la que se mantiene relativamente constante a pesar de las grandes oscilaciones de la temperatura atmosférica que en Santiago de Chile por ejemplo, en verano puede oscilar de 10° C la mínima y de 32° C la máxima en verano.
Lo positivo es que la ciencia tiene respuestas muy contundentes, y que se pueden extrapolar a todas las disciplinas deportivas y por cierto, a cualquier actividad en la cual se pueda mejorar el rendimiento a través de la práctica continua.

Pero para poder entender como es que el organismo es capaz de ir incrementando su rendimiento con la práctica, es necesario definir algunos conceptos claves:


Homeostasis

Este concepto hace referencia a un estado de equilibrio interno que mantiene a un sistema biológico con vida. Este equilibrio se asegura por un conjunto de mecanismos propios del organismo, que compensan los cambios producidos por estímulos provenientes del exterior.


La homeostasis no solo se refiere a equilibrios fisiológicos, sino que también se puede hablar de equilibrio del tipo psicológico, que cuando se rompe aparecen las "necesidades" psicológicas.


Estrés

Este concepto, acuñado por primera vez por el fisiólogo húngaro Hans Selye, se refiere a cualquier estímulo interno o externo, capaz de producir una modificación o alteración en la homeostasis de un organismo. Esta alteración produce una cadena de reacciones en el cuerpo, tendiente a restablecer el equilibrio perdido. Nuevamente hablaremos de estrés del tipo fisiológico y psicológico.

Entonces, para una persona que no acostumbra hacer actividad física, el hecho que recorra por ejemplo una distancia de 2 kilómetros corriendo, producirá obviamente una pérdida de la homeostasis la cual se traducirá en el aumento de la demanda de oxígeno y de glucosa por parte de los músculos. Este desequilibrio deberá ser compensado por una respuesta al estímulo, que en este caso, sería un aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria, así como una liberación al torrente sanguíneo de moléculas de glucosa listas y dispuestas para alimentar a los tejidos que se encuentran trabajando.


Adaptación

Cuando un organismo ha sido sometido repetidas veces a un agente estresante, con la consecuente respuesta orgánica que se resiste a la pérdida del equilibrio, el sistema biológico adquiere la capacidad de hacer frente de manera exitosa a este estrés, evitando con ello la pérdida de la homeostasis. A este punto se le llama Adaptación.

Así por ejemplo, una persona que decide trasladarse a su trabajo en bicicleta, la primera vez sufrirá los síntomas del cansancio con la consecuente pérdida de homeostasis. Pero si este recorrido lo efectúa de lunes a viernes, de seguro que al cabo de un mes, su cuerpo no se resentirá de la misma manera que al principio, alcanzando el estado de adaptación al agente estresante que supone el recorrer ese tramo en bicicleta.


CONTINUARÁ...





















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